Friday, February 16, 2007

El evento

La noche era fría y sombría, todo lo que merodeaba los alrededores era simple solemnidad y abandono. El viento helado, que había dejado la tormenta, cortaba las mejillas con un tenue cosquilleo. Él, aún seguía parado frente a la acera, y, aunque el frío se hacía cada vez más contundente, no podía perder de vista aquella imagen. Se mantuvo inmóvil aguardando el momento justo, mientras sentía oleadas de temblores a causa del frío. Su gabardina ya se había convertido en una tela húmeda debido a la brisa fresca que respiraba la noche y esto hacía más impasible el viento que corría por la calle en aquel instante. Lentamente se llevó la mano izquierda hacia el bolsillo de la gabardina como buscando algo, sacó su cajetilla de cigarros, misma que arrugó y tiró al piso después de sacar el último cigarrillo y llevárselo a la boca.
Volvió a meter su mano izquierda en la bolsa, mientras tallaba la otra contra su pierna derecha, tal vez para disminuir aquel dolor que se hacía más fuerte a cada instante. Intentó encender su cigarrillo, pero el viento y la humedad impidieron que éste lo hiciera rápidamente. Luego del tercer intento lo logró, levantó la mirada nuevamente hasta que se topó justo con lo que había estado esperando durante varios minutos. Inmediatamente, lanzó el cigarrillo hacia el asfalto húmedo, por lo que se apagó al instante. Pasó sus dedos por esa superficie metálica, helada y húmeda. Se imaginó así mismo sosteniendo ese objeto y por poco pierde de vista su objetivo.
La vio salir de la puerta de su departamento y abordar su automóvil en el asiento trasero, se veía hermosa en un vestido rojo, con un escote en la espalda que casi le llegaba a la cadera. Traía el cabello recogido en un peinado un tanto despreocupado pero que le daba un tono de elegancia a su apariencia. Entró en el carro e inmediatamente emprendió la marcha de forma apresurada, parecía tener prisa por algo. Él volvió a pasar sus dedos por el objeto metálico que tenía en sus manos, se cuestionó acerca de lo que estaba a punto de hacer, pero no vaciló en su respuesta. Pocos segundos antes de que ella girara en la esquina dentro de su coche, se dio a la tarea de seguirla. Sabía hacia donde se dirigía, se encontraría con alguien a unas pocas cuadras de allí. En ese preciso momento, sintió una opresión en el pecho, un escalofrío le recorrió toda la espina dorsal y le dejó petrificado durante unos segundos.
Borró de inmediato la imagen que se había creado en su imaginación e intentó concentrarse en el automóvil que seguía a unos cuantos metros. La vio bajar, tranquila, como hacía mucho tiempo no se le había visto. Se cuestionó por última vez acerca de lo que estaba a punto de hacer y, casi automáticamente, tomó el objeto de metal que tenía en sus manos, dejó su automóvil estacionado frente al hotel y se dirigió hacia la entrada. La gabardina seguía un poco húmeda pero los nervios habían terminado con el helado sinsabor que le llegaba a la boca. Tomó un respiro y la siguió unos pasos detrás. No quiso tomar el elevador, por lo que subió rápidamente por las escaleras hasta el segundo piso, donde se había detenido el ascensor. Ella bajó del elevador y dio unos cuantos pasos por el pasillo hasta que llegó a la habitación número 224. Él la observó desde las escaleras intentando pasar desapercibido.
Justo en el momento en el que la puerta de la habitación se abrió, ella se abalanzó sobre alguien más y fue en ese instante cuando el calor de la escena le impulsaron a él a tomar el objeto gris, metálico y helado entre sus manos; y correr hasta la habitación de la forma más rápida posible. Subió el objeto hasta la altura de sus ojos y lo sostuvo con mucha fuerza. Apuntó directo a los rostros de ambas siluetas quienes no notaron lo que ocurría por que se encontraban completamente abstraídos en un beso.
Era el momento, estaba a punto de suceder una catástrofe, al menos para la pareja quien no se esperaba semejante situación. Al instante, la pareja sólo pudo ver una luz cegadora frente a ellos, el daño estaba hecho.
A la mañana siguiente, el encabezado en primera página “Senador Juan Andrés Ruiz, en amoríos con una joven abogada”, y la foto que aparecía era precisamente la misma de la noche anterior, el senador, besando apasionadamente a una joven hermosa en un vestido rojo con el escote en la espalda casi hasta la cadera. Para la pareja fue simplemente un infortunio, pero para él, el joven en la gabardina, significó el inicio de su carrera como periodista.

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